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Celina Tapia, la Reina vendimial 2011 de San Rafael


“Me caracterizo por vivir el presente y no estar haciendo planes para el futuro. Un ejemplo: terminé siendo reina y no lo planeaba”. Así se presenta María Celina Tapia, la castaña de ojos marrones que este año lleva la corona de San Rafael y que, si bien asegura no ser una chica new age, habla constantemente de su amor a la naturaleza, la búsqueda de la tranquilidad y evitar la mala onda o a aquel cuya vibra no está en sintonía.
Celina –sin el “María” adelante, como está acostumbrada a que la llamen– tiene 19 años y estudia abogacía en la ciudad de San Rafael, adonde vive, pese a que en la elección departamental representó a la histórica Villa 25 de Mayo.
“Ahí viven mis hermanitos y, como siempre voy, todos me conocen y saben que incluso me gustaría vivir en ese lugar. Al principio me propusieron por otro distrito, pero como tuve un año medio difícil con la facultad, dije que no. Al final decidí postularme y pedí representar a la villa”, explica.

Su abuela postiza, Belermina García, fue soberana departamental. Pero ella remarca: “Nunca fue un sueño ser reina. En cambio, de chica soñaba con ser veterinaria; ahora, con las vueltas de la vida resulta que estudio abogacía y terminé llevando la corona de San Rafael”.
Sin embargo, además de gustarle desde chica la fiesta como público, acepta: “Mi papá le hizo muchas veces el sonido a la Vendimia departamental y también participó en otros rubros, y yo siempre lo acompañé. Cuando decidí aspirar a la corona fue para vivir la experiencia de ser reina, tener contacto con la gente y conocer la fiesta de adentro”.
En ese sentido, destaca que cuando apostó a eso y cuando lo hace en otros aspectos de su vida es porque se tiene fe para vivir lo que venga. “Hoy estoy acá, mañana no sé. Lo que sí puedo asegurar es que siempre voy a querer hacer lo que amo hacer, estar en lugares con buena onda, y cuando no la haya, me levantaré y me iré”, relata, dando a conocer qué le gusta y qué le molesta de los demás.
Al respecto, agrega: “No soy de ir a la lucha, no me gusta estar en conflicto. Eso es parte de mi faceta positiva. En cuanto a lo negativo, debo aceptar que a veces soy muy exigente conmigo misma y quiero que todo me salga bien, sin darme chance al error, lo cual me termina costando caro”.
Hablando del tema de la reina, Celina opina: “Sigue siendo una figura estética principalmente”. Por eso, se anima a sugerir que “el contacto con la gente no sea tan estructurado, sino más de corazón, de modo que la puedan conocer en otros aspectos”. A eso añadió su propuesta de que, “durante el año de reinado, la soberana pueda hacer cosas que la ayuden a madurar y que el pueblo la siga sin perderla de vista como muchas veces pasa”.
Un poco renuente a aceptar sus virtudes, considera que los votos que cosechó en San Rafael se debieron a que “tal vez observaron cualidades en mí que pueden ser útiles para representar a un pueblo. Seguro la estética entró primero por los ojos, pero a lo mejor lo poco que me conocieron alcanzó para convencerlos de que podía ser la reina”.
Por eso, como impronta de su reinado desea que la recuerden como generadora “de un ciclo creador de cosas que luego de que deje la corona sigan funcionando. No se trata de entregar zapatillas una sola vez, sino de concretar algo que mi continuadora lo mantenga”. (Fabián Sevilla)

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